En el momento en el cual nace esa polémica brutal, del cual se dijo que la mirada humanitaria del enfoque sobre Adolf Hitler - en esta película - , era peligrosa, en cuanto, se daba la posibilidad de entender las motivaciones del dictador, es inocua y ciega. Más que nada, responde a la pasión irracional de los espectadores. Porque, por el contrario, muestra a un Hitler fuera de la caricatura que han hecho opositores y simpatizantes: un líder casi sobrehumano, diabólico, e hipnotizante. De este modo, la personificación casi exacta de Bruno Ganz, nos delata un hombre diminuto en su capacidad espiritual de entender el mundo, ya que penetra en él, rasgos paranoicos, de profundos contrastes, por momentos, abismasles, y sobre todo, a un hombre consumado por la codicia del poder puro.
El escenario se vuelve asfixiante, ya que uno como espectador vivaz, va evidenciando los aires de locura generalizada que iban floreciendo desde los generales nacionalsocialistas, desde esas hordas de mujeres que amaban el sexo de la pureza aria, el éxtasis del alcohol nacional como brebaje del placer, y los cantos pedagógicos de los niños alineados. El escenario es siempre asfixiante; como un largo sueño que no queremos despertar, tal como lo dice la secretaria personal de Hitler, Traudl Junge (Alexandra María Lara), pero que nos dice como al oído, recordandonos, que esto fue real.
Tan real que es vomitivo, mediante se acerca el final suicida de Hitler, durante los diez o quince días que permaneció en la penumbra de su búnker.
El director con su guionista Bernd Eichinger cumplen con gran aplomo y éxito, desentrañar el exterminio de ese pueblo maravilloso que es el judío, con pequeñas frases, pequeños retoques genocidias que muestran tal y como es, el hombre fánatico y asesino. En esta película, se ejecuta una reprimenda a un acto estatal de tan inentendibles decisiones.
Película para ser exhibida en cursos de secundaria y universitarios, es también, un documental visionario que retrata la vergüenza de nuestros abuelos.
La pregunta eterna es el cómo un hombre transforma una sociedad en suicida y en una gran industria del mal. Con certeza histórica diremos que este fue el siglo del músculo reventado.
Quien no ve esta película, conjeturo que el ojo permanece igual de reventado.