sábado, enero 10, 2009

Universidad y Conciencia Social


He leído con atención la columna de oponión que realizó en La Revista Sábado del Mercurio, el Sacerdote Jesuita Felipe Berríos, sobre las Universidades, realizando una análisis crítico comparativo sobre las distintas realidades educacionales, entre las casas de estudio privadas de clase alta, a las tradicionales de clase media y media baja.

Las diferencias socioeconómicas de las distintas clases, son realmente notorias, visibles y en muchos casos eticamente vergonzosas. De esta manera nos damos cuenta, que la pobreza y la exclusión social, viene a ser parte de una problemática estructural, en el cual la actual sociedad, no ha sabido proyectar un futuro amable y justo. Me pregunto, ¿Que pasa con ese capitalino que vive en La Pintana, pero que toma su Troncal al lado de la Clínica Alemana en Vitacura? ¿Que sucede con el joven universitario que tiene su familia en el campo, estudia en Valparaíso y se mantiene vendiendo hamburguesas y alfajores; cuando ve que el chico de Jardin del Mar va a su Universidad en un auto propio? ¿Que siente aquel que pobreza y puntaje PSU parece una nefasta correlación?
¿Cuales son las percepciones sociales de sí mismo que todos estos personajes se construyen? ¿Como edificamos una sociedad justa e inclusiva, con diferencias de comunicación y hábitat tan enormes?

Siento que esto es lo desea comunicar el Sacerdote Berríos. Poner la crítica ácida e irónica, de que en muchos aspectos de la sociedad, estamos y volvemos a perpetuar las formas en el cual la sociedad hace sus cosas mal. Hoy en día, la sociedad no comunica ni hace entender. Pareciera que hay distintas clases y formas de chilenos, y que cada una se reproduce cultural y económicamente como en un bolsón de exclusión sistémico. En una búrbuja, para decirlo directamente.

Eso no es construir una sociedad con sentido de la pertinencia. En verdad, es desfragmentarla, y debemos poner el signo de exclamación sobre ello.

Las Universidades, sean privadas, tradicionales o estatales; todas, sin excepción, deben formar y educar a profesionales que tengan un sentido crítico de la sociedad, y que por ende estén compelidos, compenetrados con la realidad del país y el mundo. Que se pregunten que país debemos construir, y de qué forma solucionamos los gravísimos problemas sociales que afectan al mundo entero. Es decir, un profesional que no estudie para sí mismo, su familia y su clase social.







2 comentarios:

Anónimo dijo...

La educación chilena lamentablemente es fiel reflejo de esta realidad.

Pero si observamos la sociedad entera, es así en todo orden de cosas, la salud, los medios de transporte, etc,etc. Si hasta los supermercados son distintos si tu vas al de una comuna de mas recursos que otra.

En Chile educamos al parecer para hacer la diferencia y lo hacemos desde pequeños, las madres al aducar a sus hijos definiendolos como hombres o mujeres, mas bien con "actitudes" de hombres y mujeres al decir "los hombres no lloran, no sea niñita" (como si los hombres no pudieran sentir ni menos expresarlo), o bien "no juegue a la pelota mijita no sea marimacha" (como si jugar futbol afectara su femeinidad), en fin y tantas otras cosas. Lo mismo sucede en la educación, los profesores de mi generación nos educacron como que las universidades estatales eran lo mejor y que no cualquiera entraba a ellas y muchos nos decepcionamos cuando nos dimos cuenta que sufren de un déficit administrativo importante y que las universidades privadas cuantan con mejores infraestructuras, mas oportunidades de salir al exterior, etc. Es labor de los licenciados en educaión en revertir estos prejuicios cuando ingresen al mundo laboral.

La educación privada ha competido por mejorar la calidad en la educación y lo ha hecho bien, pero lo ha hecho por que no le quedaba otra en uan competencia descarnada por captar alumnos. Pero esa masa de profesionales, tiene realmente conciencia que hay otro como él que no posee ni siquiera esta vía de comunicación (internet), ni siquiera un computador en su casa, para hacer lo que yo hago ahora. Ahora, tampooc es culpa de esta elite que sigue el círculo vicioso de la socialyté.

En fin, son tantas las dificultades sociales, culturales que debemos superar y somos los mismos universitarios y profesionales quienes no debemos olvidar estas diferencias y hacer algo para que estas diferencias no continúen o por lo menos no se acentúen mas.

Y debemos hacerlo con nuestros hijos, explicarle que lo que podemos entregarles otros no lo tienen y que algunas personas actuan de tal o cual forma por impotencia. Debemos inculcar la tolerancia, la libertab, la justicia y solidaridad social. Que aprendamos a debatir con el otro y a entender sus puntos de vista.

La pobreza, la exclusión social, la xenofobia, la discriminación en general, el odia, el resentimiento, existen y tantas otras cosas y hay que enseñarlas a nuestros hijos. Pero también debemos enseñar las cosas lindas de este mundo, la fraternidad, la compasión, el respeto, el honor, la justicia, los actos de fe, los actos de amor y por amor.

Quiero creer que el mundo será mas justo y mas igualitario para mis hijos. Y que con las herramientas que me entregó, mi Universidad, mis profesores, mis amigos, mi familia, mis hermanos, haré contribuciones para lograrlo.

Construyamos no destruyamos.

Felipe Cortez L. dijo...

Leí el escrito del sacerdote Berríos.
Estas diferencias sociales se producen por la gran desconfianaza que existe. Por un lado están los rotos o los flaytes, de los cuales hay que cuidarse porque pueden ser peligrosos, y por otro, están los cuicos, que miran con desprecio a aquellos que no pertenecen a su clase. Estoy de acuerdo con lo que decía Berríos sobre los que estudian en esa universidad privada que no ven ni las protestas, ni los gases lagrimógenos porque en verdad no son capaces de ver los problemas. Y no pueden verlos porque no los afecta. Desde este punto de vista se podría decir que estos jóvenes universitarios al estar ajenos a este tipo de conflictos sociales, no poseen conciencia social y crecen como en una especie de burbuja.
A algunas personas, el estudiar les puede costar mucho más que a otras, eso es obvio, y se aprecia en el ejemplo que da Alberto sobre los alfajores y el auto.
Es necesario provocar cambios. ¿Pero quiénes pueden hacerlo? Los estudiantes que van en auto a la universidad, no les interesa que se genere un cambio porque ellos están bien. Por lo tanto, el único que puede hacer que las cosas mejoren es ese estudiante de los alfajores. Y para esto es fundamental la educación, pero no para conseguir una carrera que en el futuro me de un buen sueldo para así convertirme en un cuico, sino que, aunque suene maquiavélico, para conseguir poder, y con ese poder y con la conciencia social que poseo, poder mejorar las cosas.
Debemos ser empáticos con los demás, y darnos cuenta de que vivimos juntos y debemos llevarnos lo mejor posible para que así la vida sea más agradable.