En Valparaíso se viven los tiempos finales, un apocalípsis de esta ciudad. Incluso, ya hubo la segunda venida de Cristo Jesús, las trompetas imperiales del reino divino ya dejaron de tocar, acá ni siquiera Satán se interesó en intervenir, Cristo capituló de nada, se fue y no volverá. En Valparaíso todo se ha vuelto terminal, como un canto de una ballena en el abismo, como maría josefa volviendo desde la luz, todo termina, tal como una espuma en el fin de la cascada. Se abren las calles para germinar la destrucción de sí mismas, para hacer explotar los monumentos y las iglesias, para determinar con un decreto que todo acá se ha vuelto infertil, espurio. Las bicicletas, los carretones, no entrarán nunca en los museos, en los patios de los porteños, porque pareciera que ya se hubiesen ido hace décadas, ni siquiera dejaron una notita en el velador, con suerte una lata de gaseosa añeja como rememorando la globalidad de las decisiones. Ni putas quedan en este puerto de colores dantescos porque firmaron un convenio de existencia mortuoria, se llevaron los rojos y las tetas, la cueca y la trenza, para fundar una nación en algún lado del mundo, para escapar de esta república agria, amarilla y biliar. En Valparaíso, la luz ya no ilumina sino que hace testimonio de sí misma. Los buques no recalan porque es ya mucho el llanto, los ascensores quedaron como una postal, las autoridades parecen un mal chiste, y los volantines quedaron ahí como pegados en el viento, mientras que el viento ni un hálito. Valparaíso se ha vuelto la palabra perdida de Chile.
jueves, septiembre 02, 2010
Cristo perdió la batalla en Valparaíso
Publicadas por Alberto Cecereu a la/s 3:10 p. m.
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