viernes, julio 17, 2009

Pasos contra el hambre mundial


En la Cumbre de los 8 países más industrializados del mundo, más una serie de naciones incipientes y pujantes del orbe, como China e India, se han reunido en la casa Italiana, recibidos por el polémico Silvio Berlusconi, en medio de una serie de entramados y conflictos sociopolíticos que golpean en gran medida a nuestro planeta: la inestabilidad en Centroamérica, la masacre indígena en Perú, el incierto panorama político argentino, la crisis indígena en China, y la sospecha permanente de la pandemia gripal. Sin embargo, los industriales políticos del mundo, pareciera que hicieran un alto, para referirse de qué manera fortalecen el poder económico y político del G8 en esta crisis mundial que no pareciera golpear tan fuerte, sino es a los bolsones poblacionales que tienen todos algo en común en cualquier parte del mundo. Son socialmente vulnerables, sufren hambre, y están dentro de un sistema de explotación del trabajo.

La condición de pobres, se ha agravado en las últimas décadas en nuestro planeta. Hay más pobres, y los que lo son, están siéndolo con características disímiles. En algunos países podemos observar que pobres poseen acceso a tecnología a través del crédito tóxico, pero están dentro de un sistema ocioso de un trabajo precario e informal. En otros países, los pobres no tienen acceso al mundo globalizado y tecnológico, pero están dentro de un tejido social identificado en clase social y fuertemente diferenciada.

Hoy, no podríamos hablar del pobre, sino que de los pobres, como distintas vertientes de una misma clase internacional de condiciones materiales de las cuales están insertos.

Por otro lado, en el mundo la desigualdad se ha agravado. Las diferencias de poder adquisitivo se han aumentado en su brecha de separación, y los ricos, cada vez son menos, mientras que ganan aún más, expulsando a un extremo a las capas medias, que sobreviven con el crédito bancario como forma de vida.

El hambre es un problema global en un sentido crítico. El hambre y la desnutrición incuba gente pobre, inadaptada, y con características de menor explotación neuronal en un ambiente más o menos igualitario. Por otro lado, un joven mal alimentado en el transcurso de su vida, será menos emprendedor, menos trabajador. Aunque suene básico, es así de simple la ecuación que les presento. Más hambre, es más pobreza a largo plazo.

La pobreza estructural de la cual es afectada la orbe, se produce por una serie de factores económicos y políticos de base, pero lo que sostengo, que la columna fundamental que construye sociedades precarias, es la pervivencia de un hambre que se vuelve patología social.

En el mundo hay 824 millones de personas desnutridas, mientras que en América Latina hay 51 millones de de hambrientos. Si esto sigue así, las sociedades no podrán insertarse dentro de la sociedad global, y si nos posicionamos dentro de un discurso alterglobal, un país sumido en el hambre, jamás podrá plantear una alternativa económica ante los sistemas hegemónicos.

África, no existe políticamente – es decir, dentro de los diálogos de negociación internacional – porque, además de poseer una inestabilidad enfermiza de los sistemas políticos, estos, no poseen un sistema de saneamiento eficaz, y el hambre ha mermado de forma horrible a más del 50% de la población total.

Así como el hambre provoca un retardo en el crecimiento cerebral de un niño, es consustancial y lógico que provocará un daño en el crecimiento del desarrollo económico de los nodos productivos en torno a las competencias globales.

Es por esto mismo, es que es fundamental, que en la agenda internacional, la problemática del hambre dentro de las conversaciones de potencias y puntos de encuentro, sea uno de los factores fundamentales de congregación, viendo esto mismo, como la solución a un problema más congénito que es la pobreza. De ahí, paralelamente que las grandes potencias avanzan en torno a generar estructuras económicas que posibiliten una mejor seguridad alimentaria – como las anunciadas esta semana, en torno a financiar con 12 mil millones de dólares – es fundamental, aumentar la cohesión social de los grupos civiles que posibiliten generar mecanismos de empoderamiento de las tierras y las cadenas productivas de los alimentos, dentro de lenguaje de la soberanía alimentaria, ya que obligamos a todos, a encargarse del tema en el medio de la cooperación.

El costo para erradicar el hambre es de 30 mil millones de dólares por diez años, valor bastante más importante que los anunciados por las naciones industriales – y que aceptaron la proposición de Obama con sospechosa evasión – pero bastante menor al rescate a la banca privada y el costo de la Guerra.

Se juega el futuro, y lo que terriblemente me convence, es que no hay suficiente voluntad de solucionar los problemas reales del mundo.

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