Durante siglos, la humanidad ha acuñado y pensado el concepto de libertad, como una máxima posterior al bien de la vida, por ende, como un móvil de pensamiento para la acción humana en el camino de la consecución de una sociedad armónica.
Pero ¿qué es la libertad? ¿Qué es la libertad ante un escenario donde casi todas las religiones, ideologías, movimientos políticos y filosóficos lo pregonan y defienden? Pareciera más fácil decir lo que no es la libertad para partir diferenciando categorías, para de esa manera – de forma lamentable – quedarnos sin mucho significado real.
La libertad es la capacidad volitiva de obrar actos por el bien de sí mismo dentro de un escenario social, y por ende, dentro de una comunidad. Pues bien, el sujeto tiene la capacidad, que hoy se ha vuelto legal dentro de la concepción del derecho, por el cual asume su capacidad potencial de ser en sí mismo. Sin embargo no podemos sostener con certeza que la libertad sea la capacidad del sujeto para completarse desde su individualidad para su ser mismo en tanto individuo. La libertad no es en ningún sentido un ejercicio egotista de ejercer su vida. Todo lo contrario.
Los sumerios, parecen ser los creadores del concepto de libertad, en su escritura cuneiforme y lo definían como “volver a la madre”, es decir, que a través de la potenciación del ser, vuelve en sentido circular, a su origen, a la reproducción de los ciclos naturales, y no, como algunos defienden, que el liberal vive sólo para sí mismo. Es más, si nos remitimos a la etimología de la palabra freedom, el concepto anglosajón de la libertad – quizás la cultura que más ha desarrollado este concepto desde muy temprano -, la palabra proviene de la raíz indoeuropea de amar.
Hoy ante una sociedad global, interdependiente y completamente conectada a través de redes de comunicación, sufrimos dos fenómenos negativos: la atomización de la sociedad y la pérdida de libertades por la exacerbación del individuo. De ahí es que debemos volver a proclamar el sentido original y más puro de la Libertad, que es la de potenciación del ser en sí mismo, para la consecución del involucramiento del otro a través de la fraternidad humana. Ese involucramiento del individuo con sus otros, con su entorno, no funda otra cosa que un nosotros del espacio público social, a través de la racionalidad del bien social.
La Libertad, como bien, concepto y realidad, no ha sido posible sin el triunfo de la comunidad, por consiguiente, postular que la libertad es para exaltar la sociedad individualista, es ir directo por el camino empedrado del despotismo de los sujetos más fuertes que puedan defender sus libertades particulares. El Liberalismo en el presente, debe postular una libertad de los sujetos que tienda inexorablemente a la desembocadura de una sociedad libremente comunitaria y conectada por lenguajes comunes.
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