Podría verse un suspiro en el comienzo del resplandor de un verano,
ya que así la música rondaría el espacio del hombre caído que asciende.
Así sucederá, me dice en el eco del reflejo, el Arcángel Gabriel.
Qué tranquilidad
qué hermoso el segundo
Vivaz: carnívoro de amor: primavera de aliento: pétreo.
Todo por la primigenia derrota que es el triunfo del sagrado vínculo
de la libertad de los sirios misteriosos
que danzan en el escenario campanuláceo
de los sujetos y registro de las corrientes de luz
¿Cual es el asombro en medio de la música de las sábanas?
¿Qué debemos decir cuando todo parece perdido?
¿Gritamos el agotamiento?
¿Gemimos el tesoro de los secretos?
Ya que ahí estará el vino de hace treinta y un años
húmedo de espanto, salvaje de recuerdos
como fotografía del mejor momento de su vida
como un yacimiento hiemal de las faenas del hombre
Te quiero nombrar mensajero de la bazofia de tus errores
portador de los perfumes de las almohadas
pulpa de raíz carga
poeta de fábricas
No lo dudo que acullá se abrirán las puertas
y proclamemos el reposo, vivamos que no se vive: el despido: la grandeza de Dios.
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