jueves, diciembre 02, 2010

¿Amar o beber? Una reflexión sobre la vida.







En nuestro mundo contemporáneo, hemos banalizado la vida. Creemos que la vida es única y efímera, y por eso debemos vivirla rápido, sin pausa, bebiendo y comiendo como si mañana todo se acabara, malgastando energías en el sin fin de actividades mundanas sin ninguna razón trascendente.


Vemos como con tanta seguridad hay quienes que enarbolan la bandera de los abortistas, pensando que una vida nonata tiene un sin sentido, creyéndonos dioses para decidir sobre su futuro, ignorando que ese bebé, ese pequeño feto, está ahí, escuchando y ríendo, moviéndose y disfrutando, sufriendo y sintiendo. ¿Quién es más egoísta, aquella mujer que decide abortar o aquel defensor de la vida que no piensa en sus derechos de mujer? Pero yo creo que erramos en la pregunta. Porque en verdad, el tema va en el cuestionamiento de quién es la verdadera víctima, y además, cuál es la valoración de la vida. ¿Quién merece nuestros lamentos, las madres que se sacrifican por sus hijos, o en su defecto, los hijos sacrificados en elogio al hedonismo de nuestra época?


Hoy ocupamos nuestras horas del día y la noche, en olvidar la moral, en pasarlo bien, en olvidarse de los demás, total está todo permitido.


Debemos vivir la vida que sea proyectada para siempre, no como un paréntesis, sino como el comienzo de otras etapas, de otras evoluciones, de otras proyecciones. Debemos ser responsables, sentir lo que sienten los otros, ser conscientes de nuestro entorno, amar intensamente, no por pasión corporal, sino que por unión de espíritus. Amar la vida y amar el mundo.


Si somos conscientes, preguntémonos. ¿Ese feto, ese pequeño ser humano no siente el dolor de una cuchara quirúrgica que lo quiebra y destruye? ¿Este dinero que gasto en alcohol y drogas no es mejor que lo utilice para ser un ser altruista con aquellos que sufren? ¿Esta palabra, este sentimiento que puede mostrarme débil, quizás no es una demostración que amo y quiero, y mejor la digo y la expreso?


Debemos jugarnos la vida porque todo lo que hacemos lo hacemos con definición de nosotros mismos, con sentido de lo que hacemos hoy y no mañana. Es importante, que comamos y bebamos del Amor, que comamos y bebamos para trabajar por la humanidad, por construir la catedral de la virtud, para que seamos yo con los otros.


Defendamos la vida, como un vehículo para la comunión de cada uno de nosotros con la totalidad.


Sigamos lo que dijo Jesús en cuanto Vivir en Gracia: "Amad, pues, a vuestros enemigos, haced bien, y prestad no esperando de ello nada; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es benigno para con los ingratos y los malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso." (Evangelio según San Lucas 6: 35, 36)




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